Decir que sumergirte en un auténtico Romance con el Conocimiento cambiará tu vida, haciéndola más rica y disfrutable en todos sus aspectos, es casi un eufemismo.

Los hombres y mujeres de conocimiento del México antiguo acuñaron ese término para referirse a una práctica fundamental en el desarrollo de nuestra conciencia. Tal romance implica cultivar un ánimo específico de aprender sólo por el deleite de aprender. A pesar de que parece inocuo, funciona como base para ejecutar un salto evolutivo en nuestra percepción.

Es a través del hábito de aprender por el deleite de hacerlo, y de nutrir el asombro que el conocimiento así adquirido nos proporciona, que la conciencia de cualquier ser humano puede acrecentarse.

De acuerdo a esos hombres y mujeres –llamados videntes por su capacidad afinada de percibir energía directamente– la conciencia es la divisa del universo. Afirmaron que el Romance con el Conocimiento es un hábito fundamental dentro del conjunto de artes y prácticas que conforman lo que llamaron el Ánimo del Guerrero –la integridad de patrón que abarca todas las posibilidades concebibles del ser humano como entidad consciente en el universo–.

Los videntes dicen que todos somos inherentemente elegantes, inteligentes y capaces de afrontar adversidades para sobrevivir de la mejor manera posible. Cada ser humano, independientemente de cómo se conciba a sí mismo, ya es un vidente que puede sumergirse en el Romance con el Conocimiento. En realidad no se trata de transformarse. Se trata de recordar. Lo que recordamos en este sentido son edificaciones de conocimiento armadas en el infinito mismo, puestas ahí para nuestro uso en el incremento de nuestra conciencia.

La edificación central en ese conjunto fue llamada por los videntes del antiguo México la Libertad Total. Representa tanto el objetivo final como aquello que expresan en cada paso de su trayecto por la vida y la conciencia.